viernes, 11 de noviembre de 2016

Influencia de los mapuches


Durante los siglos XVII y XVIII comenzó además la penetración de los mapuches o araucanos al este de los Andes, con fines de comercio y alianzas, que conllevó una gran influencia cultural sobre los tehuelches y otros pueblos, al punto que se la denomina «araucanización» de las Pampas y la Patagonia. Buena parte de los tehuelches adoptó muchas de las costumbres y lengua mapuches, mientras los mapuches adoptaban parte del modo de vida tehuelche y con ello se difuminaron las diferencias entre ambos grupos, al punto que sus descendientes se refieren a sí mismos como mapuche-tehuelches.18  
Cabe mencionar los nombres de los caciques tehuelches Cacapol y su hijo Cangapol que durante la primera mitad del siglo XVIII eran los jefes más importantes de la región, que se extendía desde la Cordillera de los Andes hasta el océano Atlántico, y desde el río Negro hasta el río Salado. Cangapol tenía su sede de gobierno en la zona de Sierra de la Ventana, por lo que se los conocía como «pampas serranos». Los pampas supieron aliarse con los mapuches del oeste de los Andes para atacar la campaña bonaerense en 1740, deteniéndose solo a siete leguas de Buenos Aires.[cita requerida]  
En este proceso, también hubo luchas interétnicas y hacia principios del siglo XIX se libraron encarnizados combates entre patagones y mapuches a orillas del río Senguerr o río Gengel, siendo aún recordada por los mapuches la batalla de Languiñeo; otros combates se produjeron en Barrancas Blancas y Shótel Káike.  
En 1821 un ejército moluche apoyado por milicias chilenas, derrotó en los vados de Choele Choel a 1800 pampas serranos y a sus caciques Ojo Lindo y Anapilco19 A partir de ese año la ocupación mapuche formó una «cuña» entre los tehuelches; unos se vieron desplazados hacia el sur del río Negro y otros buscaron refugio en el interior de la provincia de Buenos Aires, en los fortines y estancias argentinos.  
Hacia la misma época, tribus vorogas o voroas o voroganas lideradas por un grupo de guerrilleros realistas conocidos como los hermanos Pincheira, desalojaron a los tehuelches o pampas serranos, de las zonas de Salinas Grandes, Guaminí (Laguna de Monte), Carhué y Epecuén; los pampas huyeron hacia Sierra de la Ventana, antiguo asiento de gobierno del cacique Cangapol.  
En 1830 los Pincheira y sus aliados voroganos dirigieron un ataque contra los pampas serranos asentados en la Sierra de la Ventana y Sauce Chico, matando a muchos de ellos, inclusive a los caciques Curitripay, que cayó junto con sus dos hijos y todos sus capitanejos, Catrileu y Lomo Colorado.  
Los vorogas asesinaron a los pampas que escaparon de Sierra de la Ventana en las puertas mismas del fuerte de Bahía Blanca. En el mismo año de 1830 los voroganas habían masacrado a los pampas del cacique Tetruel, que tenían sus toldos en Curamalal, cerca de la actual Pigüé.  
Esta situación culminó con la casi desaparición de los tehuelches septentrionales en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Neuquén hasta el río Limay, permaneciendo hacia el oeste algunos grupos günün-a-küna, que solo se fusionaron con los mapuches después de la expedición militar del general Conrado Excelso Villegas en 1886.[cita requerida]  
Los tehuelches al sur del Río Negro tuvieron como soberana a una mujer: María la Grande.  
Su sucesor Casimiro Biguá fue el primer jefe tehuelche que juró fidelidad a la bandera argentina. Sus hijos, los caciques Papón y Mulato, terminaron en una reserva al sur de Chile.  
La constitución de la etnia puelche con linajes que incluían a tehuelches explica, en parte, las actitudes de ciertos jefes puelches como Catriel, Chucul, Foyel o Sayhueque, los cuales o fueron contemporizadores con los «blancos» y «criollos» o fueron considerados traidores: Catriel, de origen gennakenk, fue ferozmente muerto al combatir aliado a los 
«blancos» por otros puelches más ligados a la etnia mapuche en 1879. Entre los grupos formados por estos mestizajes, se hallaban los ranqueles o rankülches (del idioma mapuche rankül-che, ‘gente de los cañaverales’).  
Para historiadores como Rodolfo Casamiquela, se trató de una invasión en que los mapuches casi extinguieron a los tehuelches por medio de la violencia, pero el consenso actual mapuche es que se trató de un fenómeno más complejo que eso. Esta invasión mapuche ha sido usada políticamente para negar legitimidad a las reclamaciones indígenas en el sur argentino, al argumentarse que se trataría de peticiones hechas por descendientes de los invasores «chilenos» y no por descendientes de los habitantes originarios.  
Complejos fueron los lazos sociales de los tehuelches con los inmigrantes galeses que desde la segunda mitad de siglo XIX comenzaron a colonizar Chubut: en general las relaciones fueron armónicas entre ambos pueblos, es así que suelen observarse en zonas del Chubut actual personas de cabellos rojizos y ojos bridados. En 1870 el cacique Biguá prometió defender a los galeses de la invasión del cacique huiliche Calfucurá.  
Se sabe poco de la cultura tehuelche anterior al caballo aunque su organización socio económica se parecía a la de los onas de Tierra del Fuego. La introducción del caballo por los españoles, animal al que conocieron a partir de 1570, transformó el modelo de organización social de los tehuelches: se formó en ellos un complejo ecuestre. Al igual que los amerindios de las grandes praderas de Norteamérica, los tehuelches también trabajaron las estepas de matorrales de la Patagonia, viviendo principalmente del guanaco y de la carne de rhea (ñandú o choique), seguida de la carne de huemul, venado, mara e incluso puma y jaguar, además de ciertas plantas (pues aunque tardíamente, aprendieron a cultivar la tierra). En cuanto a peces y mariscos, existían en ciertos casos tabúes: algunos grupos tenían, por ejemplo, prohibido el consumo de pescados. Sus grupos solían estar constituidos por entre 50 a 100 miembros.  
La adopción del caballo significó una profunda revolución social en la cultura tehuelche: la movilidad que les deparó alteró las ancestrales territoralidades y modificó en gran medida el patrón de los desplazamientos, si antes del siglo XVII predominaban las trashumancias este-oeste en pos de los guanacos, a partir del complejo ecuestre tomaron gran importancia los desplazamientos longitudinales (de sur a norte y viceversa) estableciéndose 
extensos circuitos de intercambio: a mediados del siglo XIX los aonikenk trocaban sus pieles y moluscos por cholilas (frutillas, zarzamoras, calafates, semillas de pehuén, llao llao, brotes y cogollos de coligüe, etc.) y manzanas a los gennakenk del Neuquén, del Alto Valle del Río Negro y del llamado País de las Frutillas o Chulilaw (región delimitada aproximadamente al norte por el lago Nahuel Huapi, al este por las cordilleras bajas y morrénicas llamadas Patagónides, al oeste por las altas cumbres de los Andes y al sur por el lago Buenos Aires/General Carrera).  
El caballo, o más exactamente la yegua, pasó a ser parte principalísima de su dieta, dejando en segundo lugar a los guanacos. Los selknam de Tierra del Fuego en cambio no dieron en desarrollar un complejo ecuestre comparable.

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